En mi soledad, Marisol.
Recostado en el sillón nuevo de la que siempre ha sido nuestra casa.
Entro en el blog, buscando que se yo.
Me doy cuenta de que mis letras en el fondo siempre eran para ti, que más daban los demás.
Ahora que tu no estás, desde mi alma rota escribo buscando mi propio consuelo.
Escribo al azar dándome todo un poco igual.
Me sigo preguntando y supongo respuestas que ya dan lo mismo.
Y en un mundo que sigue, todavía no encuentro mi rumbo.
Dicen que es cuestión de tiempo, llevarán razón, pero este recuerdo constante me hace convivir con la tristeza, vivo en un tiempo donde todo me sabe muy distinto a cuando tu estabas.
Echo de menos todo de ti, tu cuerpo, tus ojos, tus manos secando mis lágrimas, alguna discusión que siempre terminaban en largos abrazos, nuestras conversaciones, ¿por qué te pasó esto a ti?.
Hoy ocho meses desde que te fuiste, me has partido el alma, nuestro perrito Duke al que tu adorabas y te adoraba, no sé separa de mi.
Siento mucho cuando me tengo que ausentar de casa porque me da pena dejar solo a Duke.
Está mañana cuando le baje a dar un paseo para que hiciera sus cosas, me sentía como un autómata caminando, que difícil es andar por andar sin tener motivos.
Nuestras hijas están pendientes de mi, Rocío, viene casi todas las semanas para estar conmigo y a veces se queda a dormir, Natalia, está muy pendiente de su bebé y también nos vemos semanalmente, ella que fue la primera en ir a casa cuando tu tomaste la decisión de irte de este mundo, lleva mal el venir, le causa trauma recodar aquél silencio sepulcral de aquella tarde, el dolor que sintió al saber que te habías quitado la vida se la clavó en su corazón y no lo olvida, venir a nuestra casa para ella es recordar el peor momento de su existencia hasta hoy.
Si supieras el dolor que ibas a dejar posiblemente hubieras peleado contra los monstruos de tu cabeza, qué malditos, ganaron el combate.
Yo sabía que tenías esa enfermedad que llaman depresión mayor y que en ocasiones te hacia perder los papeles y no te dejaba ser la que eras cuando te encontrabas bien, pero nunca imaginé que esa enfermedad te llevaría a tomar esa decisión fatal que tomaste.
Sé que no fue tu verdadero yo quien se quería ir de este mundo, fue la maldita enfermedad la que decidió tu fatal destino.
Que rabia, que impotencia sentimos todos los que te queremos, cada uno actuó lo mejor que supo, pero tú enfermedad se escapa de las manos y de toda lógica.
Ahora que te acabo de escribir todo esto, me encuentro más relajado, mis lágrimas se han detenido hace un rato, quizás sea tu espíritu que me ayudó a calmarme, también pudo ser que tu alma se pegó al corazón de la mía, no lo sé, pero sea lo que sea este relato, estás letras, al final me calmaron.
Este escrito creo que lo voy a guardar como borrador, me lo voy a guardar para mí, quizá más adelante lo comparta, no lo sé.
Marisol, siempre que te escribo acabo con la misma frase, te pido desde donde estés que nos cuides y seas feliz.
Un beso grande, te queremos.
(Somos unos)
Tú "Juli".
21 de marzo 2025
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