Pensandote






Esquivo a la tristeza y cuando menos lo espero se hace presente.
Quiero aprender a estar en mi obligatoria soledad y no es fácil convivir con ella.
Tú constante ausencia es mi mayor castigo.
Que hago yo allí, si se que tú allí no estás.
No sé si volveré a ir donde fuimos tan felices, yo allí ya no pinto nada, sin tu mano agarrada a la mía, sin dormir junto a ti, sin pasear los dos por la playa, sin despedir los dos al día junto al faro.
No me cansaré de preguntar, ¿por qué?, ¿por qué a tí?, ¿por qué a mi?.
Que injusta la vida.
Marisol, creo que me voy a volver loco.
Tu constante recuerdo me llena de tristeza.
Nueve meses sin verte, sin sentirte, sin hablarte, maldigo y no me cansaré de maldecir esa enfermedad.
Mi camino ahora no es casi nunca llano, son constantes subidas y bajadas.
Apenas sueño contigo y estoy deseándolo.
Marisol, que daño me has hecho sin tu quererlo, posiblemente el mismo que yo alguna vez te hiciera a ti, no lo sé.
Y... Hoy vuelvo aquí en está madrugada para continuar con este relato y lo hago justo ahora que se acaban de cumplir diez meses de tu partida.
Y sigo sin encontrar mi lugar, pero debo de continuar por nuestras hijas y  nietos y sobre todo debo de hacerlo por mí, no me quiero rendir.
Las lágrimas me siguen acompañando en mis tristes recuerdos.
Un beso de tu"Juli".


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